miércoles, 13 de julio de 2011

¿CUÁLES SON LAS CIUDADES MÁS CARAS DEL MUNDO PARA VIVIR?


Angola no es precisamente el paraíso terrenal. Tiene 12 millones de habitantes, unas carreteras desastrosas, un territorio sembrado de minas antipersona, herencia de una larguísima guerra civil, y una pobreza dolorosa y asfixiante, que se aprecia a simple vista. Las estadísticas oficiales dicen que el salario mínimo supera los 140 euros, pero esa cifra resulta casi mareante para ocho de cada diez angoleños, que todos los días se las ven y se las desean para llevarse a casa dos miserables euros. El país ocupa el puesto 146 (de 169) en el índice internacional de desarrollo humano, por detrás incluso de la media africana. La mortalidad infantil es una de las más altas del mundo, el 49% de la población sufre desnutrición crónica, solo el 35% disfruta de asistencia sanitaria básica y el 38% no tiene acceso a agua potable. Y, sin embargo, su capital, Luanda, se ha convertido en la ciudad más cara del mundo. ¿Cómo se come eso?
Vayamos por partes. La consultora internacional Mercer ha publicado su relación anual de ciudades más caras del planeta. La lista puede ser discutible, pero no se hace al buen tuntún. Mercer, especialista en recursos humanos, tiene más de 20.000 empleados repartidos en 43 países. Durante todo el año, recopilan unos 200 datos esenciales sobre el coste de la vida en 214 ciudades: alojamiento, productos básicos, transporte, ocio, comida, sanidad, alcohol, tabaco... Nueva York se utiliza como la 'ciudad base' y todos los precios recogidos, convertidos en dólares americanos, se comparan con los neoyorquinos. Así se elabora el ranking, que trata de ofrecer una pista a las empresas multinacionales y a los gobiernos sobre el salario que deben pagar a los trabajadores que destinan a esas ciudades. Se trata, por lo tanto, de una lista que valora el coste de la vida para los expatriados. Luanda (Angola) supera a Tokio (Japón), antigua reina de los precios. La capital del Chad, N'Djamena, ocupa el tercer lugar de este inesperado podio.
El despegue de África
Un simple vistazo a las ciudades incluidas en el 'Top 50' permite sacar una conclusión: algo gordo está pasando en África. Además de Luanda y N'Djamena, otras ocho ciudades del continente negro son más caras que Barcelona o Madrid: Libreville (Gabón), Victoria (Seychelles), Uagadugu (Burkina Faso), Yibuti (Yibuti), Lagos (Nigeria), Dakar (Senegal), Jartum (Sudán) y Bangui (República Sudafricana). Nathalie Constantin-Métral, responsable del ranking de Mercer, subraya la magnitud de este cambio y ofrece una primera explicación: «Encontrar alojamiento seguro para los empleados extranjeros es un desafío en la mayoría de las ciudades africanas. Los precios alcanzan cifras récord en Luanda». De hecho, una habitación normalita de hotel en la capital de Angola puede costar entre 300 y 400 euros por noche. Y alquilar un piso respetable, según la zona y sus dimensiones, obliga a desembolsar entre 5.000 y 15.000 euros. Al mes.
Pero hay más: comer en un restaurante supone gastarse 40 euros como poco, meterse una hamburguesa cuesta 15 euros y una simple lata de Cocacola sale por 10 euros. Solo la gasolina puede considerarse barata (menos de un euro el litro), aunque eso también tiene consecuencias negativas: el tráfico es infernal, la polución exagerada y los atascos continuos. Además de su escasa infraestructura hostelera (el país apenas recibe turistas), hay otra razón que explica la espantosa carestía de la vida: los altísimos costes de transporte. Luanda se asienta sobre un magnífico puerto natural, pero está infrautilizado. Casi no hay carreteras asfaltadas ni tráfico ferroviario.
Los extranjeros, según advierte la consultora Mercer, deben preparar una gruesa billetera para establecerse en Luanda, pero... ¿Y los angoleños? ¿Cómo consiguen sobrevivir? A duras penas. Y gracias al trueque. En el mercado al aire libre de Roque Santeiro, uno de los más grandes de África, todo se vende, todo se compra, todo se cambia. Por lo demás, la vida en las 'musseques' (inmensos barrios de chabolas) discurre lenta, triste y peligrosa.
Pero este anverso tenebroso y misérrimo tiene también un brillante reverso. Una cara B sin la cual no podríamos entender por qué Luanda se ha convertido en la capital más cara del mundo. Angola es ya el mayor exportador de petróleo de África, por encima de Nigeria, y el cuarto productor mundial de diamantes. El dinero entra a chorros, aunque los dólares se quedan atrapados en algún misterioso embudo y no acaban de llover sobre la población. La corrupción es elefantiásica y los sobornos se reparten con la misma naturalidad con que se paga un impuesto. Empresas chinas y norteamericanas, aliadas con algunas élites locales, se están poniendo las botas con el negocio angoleño. Y Luanda es una ciudad en construcción, salpicada de grúas y de cáscaras de edificios que amenazan con convertirse en suntuosos rascacielos. Angola, una democracia formal gobernada desde 1979 por Jose Eduardo Dos Santos, ha sido el país del mundo cuyo PIB ha crecido más en la última década. «Tiene un potencial económico excepcional», confirma la embajada española. Un horizonte fantástico que, de momento, solo se nota en los precios.
Declive europeo
Casi todo lo que se predica de Luanda podría aplicarse a N'Djamena (Chad) o a cualquier otra capital africana de la lista. La consultora Mercer también refleja la progresiva caída de las metrópolis europeas, antaño famosas por sus precios prohibitivos. Moscú (Rusia), Ginebra y Zúrich (Suiza) mantienen su pedigrí, pero habrá que ir revisando la mala fama de Londres (puesto 18), de París (puesto 27) o incluso de Nueva York (puesto 32). Barcelona, que en el año 2010 figuraba en el puesto 49, ha desaparecido del 'Top 50', que ya no incluye a ninguna ciudad española. La ciudad catalana ocupa el puesto 66 y Madrid, el 60. «Los precios se han mantenido relativamente estables, pero se ha notado la crisis», apunta Nathalie Constantin-Métral. «Singularmente en Atenas y en Barcelona -abunda-, se ha apreciado un descenso notable en los costes del alojamiento». Otro motivo más para no mudarse a Luanda.

Vía: lasprovincias.es

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